Sus ojos no eran especialmente bonitos, pero su mirada electrizaba mi cuerpo de la cabeza a los pies.
Clavaba sus ojos en los míos retando,devorándome.
Me susurraba,con la clara intención de que me acercara, yo lo sabía y acortaba la distancia lo justo para que sintiera mi calor,sin llegar a rozarle.Se mantenía a esa distancia ni un milímetro más de lo que yo marcaba.Sus palabras erizaban mi piel y la fuerza de su iris aceleraba mi corazón.
Le odiaba.Sólo quería hacerle todo el daño que pudiera,pero según pasaban los días,los meses, lo necesitaba cada vez más.
Me mantuve cerca calentando la tensión y en ningún momento llegué a tocarle.Él tampoco.
Volvió a su ciudad,a su casa y a su vida.Nunca más tuve noticias suyas,nunca le volví a ver.
Le recuerdo.Le odio y le deseo.
¿Le odias por su indecisión o por la tuya?
ResponderEliminarCuando una mirada comunica pasión,hace que sientas su intensidad,y te dejas llevar por ella,la cascada de emociones es brutal.Sexo en estado puro.
Saludos frescos y besos tiernos.